JESUS LA RESURECCION Y LA VIDA
Este episodio solo está narrado en el evangelio de Juan, las hermanas de Lázaro le mandan a decir a Jesús que su amigo estaba enfermo, no le pidieron que fuera a visitarlo porque daban por hecho que Jesús les ayudaría como lo había hecho con otros. Esto nos indica que los amigos de Jesús también pasan dificultades y están expuestos a las tormentas de esta vida. Jesús asegura que esa enfermedad no es para muerte sino para mostrar la gloria de Dios, Él sabía que de la manera en que se desarrollaría esta historia, desataría la determinación de los lideres para matarlo, lo que significaba que daría la gloria a Dios con su muerte y su resurrección.
Después de estar dos días alejado de Judea, Betania, lugar donde vivía Lázaro y sus hermanas, Jesús decide volver, siendo cuestionado por los discípulos porque, allí era perseguido para matarlo. Él les manifiesta que esta bajo la dirección del Padre; mientras haga su voluntad, su vida está segura. Ha empezado el último resto de su día; pero mientras queda algo, está seguro El que hace la voluntad de Dios, que anda en la senda que Dios le ha trazado, no puede tropezar ni caer, el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él. Una correlación es que tenemos el tiempo limitado para establecer nuestra relación con Cristo, la luz del mundo. Si insistimos en caminar por la vida en la oscuridad, estaremos condenados. Jesús dice, “Termina el trabajo de ponerte bien con Dios mientras tengas la luz del mundo; porque la hora se acerca cuando para ti también la oscuridad vendrá, y entonces será muy tarde” (Barcl). Y les dice Lázaro nuestro amigo duerme voy a despertarle, Cristo presenta a sus hijos creyentes la muerte como un sueño. Su vida está oculta con Cristo en Dios, y hasta que suene la última trompeta los que mueren dormirán en él.
Y dijo a sus discípulos: “Lázaro es muerto.” Pero Cristo no sólo tenía que pensar en aquellos a quienes amaba en Betania; tenía que considerar la educación de sus discípulos. Ellos habían de ser sus representantes ante el mundo, para que la bendición del Padre pudiese abarcar a todos. A su llegada Marta y después María expresan su inconformismo por su ausencia en la enfermedad de su hermano, no consideran que Jesús pudiera resucitar a Lázaro. Jesús le asegura que Él es la resurrección y la vida y todo el que cree en El, aunque este muerto vivirá. Este es el centro de este capítulo. Este hecho nos asegura que, sea en vida o en muerte, la muerte ya no tiene poder sobre nosotros. La promesa de resurrección y vida no se encuentra en un evento distante, sino que ya están disponibles en la persona de Jesús. Con estas manifestaciones de “Yo soy,” Jesús usa el nombre de Dios para sí mismo.
Marta cree, ella le da una declaración de fe de tres partes. Jesús es (1) el Mesías, (2) el Hijo de Dios, y (3) el que viene al mundo. Esta es una de las más grandes señales hechas por Jesús, para demostrar a las personas de su época que Él era el Mesías que habían estado esperando, lo que les ayudaría a los discípulos a creer en EL; este milagro precipita la conspiración de matar a Jesús. Jesús se conmueve, llora, humanamente expresa las emociones que se despertaron en El ante las situaciones que vivía, la dureza del corazón humano, la incredulidad, el odio desatado entre los líderes, la angustia de los dolientes, el camino que tendría que enfrentar a causa de su obra magna.
La oración de Jesús no fue pidiendo la resurrección de Lázaro, sino agradeciendo que el Padre ha oído la oración de su corazón. Jesús confía porque su voluntad es “que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (4:34) – y él y el Padre son uno (17:11, 21). Nos anima a tener este mismo valor, porque “Y cualquier cosa que pidiéremos, la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él” (1 Juan 3:22). Fue pública para que ellos también crean, y así lo describe el relato, muchos judíos creyeron en El. Mientras tanto los líderes judíos en cabeza de Caifás reunidos en el Sanedrín determinan lo que hacen con El. Y tú ¿decides crees en El o formarás parte de los reunidos en el Sanedrín?