ISAIAS 53
Jesús es el siervo sufriente. Por amor, vino a este oscuro mundo a ofrendar su vida para que usted y yo tengamos salvación. Vino a sufrir por mi maldad, tomando sobre sí el castigo que yo merecía, y ya que él no lo merecía debo valorar tan grande sacrificio y aprovechar ese don inmerecido. Pero la pregunta la debemos responder en forma individual ¿Quién ha creído al anuncio? ¿Crees en esta grandiosa verdad?
Encuentro una hermosa promesa no solo para mi sino para todos los que crean en este anuncio y para todos aquellos en los que se manifieste el brazo de Jehová, y es que gracias a su expiación y a que él llevó mi iniquidad ahora yo soy justificado, y tengo vida eterna.
Jesús es el mayor ejemplo de humildad, nos entrega valiosas lecciones que debemos aprender para soportar con paciencia los embates de la vida. Cuando tenemos que pasar por diversas pruebas, miremos a Jesús todo lo que tuvo que soportar sin merecerlo, nosotros sí lo merecemos, esto nos ayuda y nos da la fuerza para seguir.
Jesús nos justifica sin nosotros merecerlo, nos ofrece su gracia, para que, así como por un hombre entró la muerte, por su sacrificio tengamos vida y vida para siempre. Sólo debemos aceptar tan grande ofrecimiento, valioso regalo dado por amor.
“Verá el fruto de la aflicción de su alma y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.” Isaías 53:11.
Él es el cordero inmolado por nuestro bien. Enmudeció y no abrió su boca. Mientras Jesús estaba en Getsemaní, pidió al Padre que pasara esa copa, pero que no fuera su voluntad sino la del Padre, y el poderoso ángel le “mostró los cielos abiertos y le habló de las almas que se salvarían como resultado de sus sufrimientos. Le aseguró que su Padre es mayor y más poderoso que Satanás, que su muerte ocasionaría la derrota completa de Satanás, y que el reino de este mundo seria dado a los santos del Altísimo. Le dijo que vería el trabajo de su alma y quedaría satisfecho, porque vería una multitud de seres humanos salvados, eternamente salvos.” DTG 643.
Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Isaías 53:5
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; más Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Isaías 53:6
Fue nuestra rebelión contra Dios la que causó el problema. Cristo, en su misericordia y gracia, fue herido para remediar el problema.
La muerte de Cristo fue vicaria, es decir murió por nosotros pecadores. Consumando así el plan de salvación. Como todos somos pecadores, todos necesitamos al Salvador.
Dios nos ayude a aceptar y valorar tan grandioso sacrificio. Inmensurable amor.
Autor: Yaneth Herrera